Ecologistas, en alerta por nuevo sistema de transporte cruceño


La Alcaldía de Santa Cruz implementará nuevos buses de tránsito rápido (BTR) que recorrerán el primer anillo con carril exclusivo y capacidad para 90 pasajeros; para ello prevén cortar al menos 30 árboles. Urbanistas y ecologistas observan la medida, que aún espera licencia ambiental.

Instalada sobre anillos y radiales, la ciudad de Santa Cruz se expande en el espacio geográfico como una telaraña. Crece hasta perder la consciencia de los límites tanto del suelo como del cielo y cavila con cierta ansiedad sus preocupaciones de reordenamiento urbano, tráfico vehicular, drenaje y área verde. Pero no crece sola, lo hacen también las ciudades aledañas que desbordándose tejen en conjunto lo que se conoce como el área metropolitana.

Ante las crecientes necesidades, la Gobernación de Santa Cruz encomendó a la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) que elabore un plan para mejorar el transporte de Santa Cruz de la Sierra, Cotoca, Warnes, Porongo, La Guardia y El Torno.

Los resultados de ese estudio fueron divulgados en 2017 y el trabajo a partir de allí debió consistir en la elaboración de proyectos municipales que aterricen el diseño estructural metropolitano considerando las demandas  y las alternativas posibles. En junio del año pasado, el Gobierno Municipal de Santa Cruz anunció el diseño final de su plan de movilidad urbana, aunque éste fue entregado únicamente a dirigentes del transporte público. Algunos activistas ciudadanos intentaron acceder a él pero nunca se les concedió la documentación. 

A estas alturas ya se sabe que el plan de movilidad urbana de la ciudad de Santa Cruz se basa en  el informe técnico de JICA, en el diagnóstico de  transporte público que hizo la alcaldía y en un documento que esboza la implementación de buses de tránsito rápido (BRT) en el primer anillo.

JICA sugirió –entre otras muchas observaciones– el desarrollo de una red vial a escala metropolitana que utilice buses de transporte rápido también conocidos como BRT (por sus siglas en inglés). Estos vehículos,    con capacidad de transportar hasta 90 pasajeros  que necesitan un carril exclusivo, deberían reemplazar a  los buses actuales, al menos en las vías principales.

La lógica del BRT,  en criterio del urbanista Fernando Prado, consiste en  “conectar grandes masas de población que están alejadas, con las zonas activas del empleo, pudiendo éstas viajar grandes distancias en corto tiempo a través de conexiones”.

Para el caso de la capital cruceña, el plan de JICA plantea aprovechar la forma radiocéntrica –de anillos y radiales– que tiene la ciudad  con vías troncales y conexiones radiales. Considerando el flujo de gente, JICA sugirió priorizar las vías troncales empezando con las del norte-sur y luego este-oeste.

No obstante, la propuesta municipal  toma parcialmente la sugerencia de JICA y encara el BRT instalando un sistema circular en el primer anillo. No consigna vías troncales con las cuales conectarse y  da vueltas como un carrusel, quebrando la lógica de red vial.

¿Por qué inicia con el primer anillo y no por donde  sugiere JICA? Probablemente, según el urbanista Prado, “porque el primer anillo es pequeño, tiene sólo dos líneas de micros operando allí –lo cual hace fácil la negociación con los micreros teniendo en cuenta que serían retiradas tras el BRT– y porque al ser factible en un lapso corto servirá de bandera electoral para los próximos comicios municipales”. Advierte además que así “el BTR del primer anillo va a pasar a la historia como un ejemplo hermosísimo de maquillaje electoral caro”.

El origen del caos

El 15 de abril, el Secretario Municipal de Movilidad Urbana, Rolando Ribera, anunció el inicio de las obras para implementar los nuevos buses –el cambio de la capa asfáltica–, sin antes haberse asegurado de contar con la licencia ambiental que otorga la Gobernación, requisito indispensable para los trabajos.

JICA sugirió –entre otras muchas observaciones– el desarrollo de una red vial a escala metropolitana que utilice buses de transporte rápido también conocidos como BRT (por sus siglas en inglés). Estos vehículos,    con capacidad de transportar hasta 90 pasajeros  que necesitan un carril exclusivo, deberían reemplazar a  los buses actuales, al menos en las vías principales.

La lógica del BRT,  en criterio del urbanista Fernando Prado, consiste en  “conectar grandes masas de población que están alejadas, con las zonas activas del empleo, pudiendo éstas viajar grandes distancias en corto tiempo a través de conexiones”.

Para el caso de la capital cruceña, el plan de JICA plantea aprovechar la forma radiocéntrica –de anillos y radiales– que tiene la ciudad  con vías troncales y conexiones radiales. Considerando el flujo de gente, JICA sugirió priorizar las vías troncales empezando con las del norte-sur y luego este-oeste.

No obstante, la propuesta municipal  toma parcialmente la sugerencia de JICA y encara el BRT instalando un sistema circular en el primer anillo. No consigna vías troncales con las cuales conectarse y  da vueltas como un carrusel, quebrando la lógica de red vial.

¿Por qué inicia con el primer anillo y no por donde  sugiere JICA? Probablemente, según el urbanista Prado, “porque el primer anillo es pequeño, tiene sólo dos líneas de micros operando allí –lo cual hace fácil la negociación con los micreros teniendo en cuenta que serían retiradas tras el BRT– y porque al ser factible en un lapso corto servirá de bandera electoral para los próximos comicios municipales”. Advierte además que así “el BTR del primer anillo va a pasar a la historia como un ejemplo hermosísimo de maquillaje electoral caro”.

El origen del caos

El 15 de abril, el Secretario Municipal de Movilidad Urbana, Rolando Ribera, anunció el inicio de las obras para implementar los nuevos buses –el cambio de la capa asfáltica–, sin antes haberse asegurado de contar con la licencia ambiental que otorga la Gobernación, requisito indispensable para los trabajos.

El anuncio de la implementación del BRT no sólo alarmó a los micreros y sembró dudas en los vecinos sino que, alertó a los colectivos ambientalistas que indagaron qué implicarían estas obras en la ciudad que en los últimos 25 años ha perdido el 70 % de su cobertura arbórea. “No nos oponemos a que se implemente un nuevo sistema de transporte que, más bien consideramos necesario para la ciudad. Lo que despierta la susceptibilidad es la falta de transparencia con la que se está ejecutando”, declaró Eliana Torrico del Colectivo Árbol.

El gobierno municipal les aseguró que no se tocaría ni un solo árbol y que por el contrario se plantarían nuevas especies en el camellón del primer anillo. Pero “como las promesas se las suele llevar el viento”, los ambientalistas buscaron documentos técnicos que certifiquen lo que se les prometía. Al dar con el Documento Base de Contrataciones del SICOES constataron que se extraerán 45 especímenes de árboles de las cuales se van a reubicar –aún no se sabe dónde– sólo 15.

Ante esta situación, los vecinos de la zona se autoconvocaron e invitaron a todas las personas a sumarse a la alerta ambientalista con el llamado proteger el camellón del anillo.  Con este fin hicieron un cordón humano en el que tomados de las manos dieron vuelta a los 6 kilómetros que tiene el primer anillo en un acto simbólico de “hermandad con la naturaleza”. 

Las acciones  incluyen también  declaraciones expresas para “salvar” árboles. Movimientos ciudadanos advierten con medidas.

FUENTE : paginasiete.bo

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